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(6) Reecuentro con la Fe --- Lucas 24:13-40

 


La confusión reinó al día siguiente de la muerte del Señor Jesús, ya estaba sepultado y con esto, también estaba sepultada la esperanza de los discípulos; silencio, dudas, preguntas mudas.  Sus discípulos estaban escondidos, talvez en el mismo aposento donde Él les compartió la Pascua, donde instituyó el Memorial, donde lavó los pies de ellos.  ¡Pero el primer día!  ¡La noticia!  ¡Han robado el cuerpo del Señor!...  Las mujeres viven una especial experiencia con ángeles, y María de Magdala la vive con el mismo Jesús resucitado, ¿…mujer, porque lloras?......  Ahora, parece que hay más confusión, más dudas, más angustia.  Dos de los discípulos, determinan huir de todo aquellos, haciéndose preguntas existenciales por el camino que iba de Jerusalén a la población de Emaús---

 

Quizás se decían “Si en verdad resucitó ¿porqué no se presentó entre nosotros?

 

EN EL CAMINO DE LA HUIDA

 

Cuando se es niño la fe es mucho más real, es totalmente creíble.  El niño por naturaleza tiene una alta estima por las enseñanzas espirituales, no solo en nuestra fe cristiana, en cualquier otra religión o filosofía. El niño tiene dificultad en aceptar a un Dios invisible. A los niños no les parece imposible creer que si un ingeniero inventó una complicada computadora, ese mismo ingeniero pueda hacer una calculadora de juguete. Nuestros niños de hogares cristianos entienden que Jesús tiene el dominio de la vida y de la muerte, del cielo o el Paraíso adonde él irá cuando mueran. Los niños pueden depositar su esperanza en que Jesús los viene a buscar para llevarlos a esos preciosos jardines cuando llegue ese día del que tanto no queremos saber los adultos.

 

Así de diferente es para los adultos cristianos, o sea, nosotros.  Se nos imparte una clara enseñanza y la torcemos según sea nuestra apreciación y tal vez nuestra conveniencia. Vamos al servicio en la Iglesia, quizás con todo el interés de escuchar la Palabra y Adorar al Señor, pero salimos algunas veces queriendo haber escuchado otra cosa, algo más conveniente para mi, o sea quiero oír lo que a mi me gustaría oír. Es allí cuando emprendemos nuestra retirada, por causa de mi incredulidad.  Y es lo mismo que le pasó a los Discípulos:

(1)   Jesús les enseñó con sencillez y claridad, pero ellos cuando se vieron acorralados, sin el “profeta” fuera de serie, ya muerto y sepultado, se escondieron; es más huyeron.

(2)   No valoraron las enseñanzas del Maestro, solo huyeron, se escondieron. Ellos perdieron a Cristo. Como ellos hay quienes tarde o temprano, pierden a Cristo; Un día, Jerusalén entero, lo aclamaba con entusiasmo; Sus seguidores más cercanos, los de su círculo intimo, lo recibieron con fe, hablaron con él personalmente, Juan así lo declaró más tarde, en su primera epístola capítulo 1, versículo 1[1], como testimonio al mundo, él escribió que la Palabra de vida es Jesucristo, que es quien da la vida verdadera: la vida eterna. Que Jesucristo estaba con Dios el Padre, pero que vino a ellos sus discípulos. Y ellos, sus discípulos, lo vieron con sus propios ojos, lo escucharon hablar, y hasta lo tocaron, ¡que emoción! Una experiencia que solo la vivimos nosotros realmente cuando desarrollamos una vida plena de relación con Jesús, y oramos para hablar con Él.

 

Una vez fuimos como niños espiritualmente…. pero en la vida espiritual también llega la adolescencia, se pierde el primer amor y el bullicio del mundo y el pecado nos atrapan. Así pasó con estos discípulos. Ellos estaban tan cerca de Jesús, fueron tocantes al verbo de vida, escucharon de su propia boca sus enseñanzas, fueron autorizados a llevar el evangelio, a sanar enfermos, a echar, fuera demonios, hasta tenían el poder de devolver la vida a los muertos. ¿Qué les pasó, porqué se desalentaron y estaban tristes?

·       Creo que comenzaron a comparar las enseñanzas rabínicas con las del Maestro por causa de que Él murió y le sepultaron.

·       Los maestros religiosos que tuvieron antes de Jesús, les enseñaron el Antiguo Testamento bajo su óptica personal y de su religión.

 

 Jesús les había enseñado de un modo tan diferente y no le pudieron entender. Esto es lo que pasa cuando llegamos a la fe del evangelio, con enseñanzas torcidas y forzadas.

·       Cuando estando en el evangelio oímos a diferentes maestros con diferente perspectivas o basamento religioso.

·       Cuando leemos, oímos, vemos a otros que se dicen maestros y tomamos de ellos algunas cosas y creamos un sincretismo de creencias que nos alejan de la fe sencilla de la Biblia.

 

Entonces, como ellos perdieron a Jesús por un instante, así nosotros. Es muy simple, pues cuando ocurrió lo imprevisible, lo inimaginable, el Juicio y crucifixión del Maestro, ya no pensaron en Él como Mesías, como Señor y Salvador y lo ubicaron en un sitio menos alto, ahora lo veían como el más poderoso de los profetas, perdieron a Jesús. 

 

Hoy día, después de que ya pasó la semana “santa”, el mundo pagano entra en escena y nosotros acompañamos a ese mundo. Ese mundo lo ha hecho mentiroso, o loco, o un aprovechado. Las tradiciones han invalidado la verdad del Verbo encarnado. Hoy se ha perdido la esperanza, la fe, la justicia, la felicidad. Hoy el mundo y sus habitantes viven a la deriva espiritual, aceptando toda clase de pecados y a la vez, postrándose ante sus ídolos de barro, de yeso, de metal y de carne y hueso. Hoy ya no es Jesús el único, hay otros que hacen el mismo trabajo y a veces hasta “mejor” que él. El Diablo ha venido a ocupar en las vidas de la gente en general (incluyendo a cristianos), el lugar de Dios y por medio de sus agentes ofrece protección, que al fin y al cabo tal se convierte en condenación. Dijo Ernest Renán, un escéptico francés: “El día en que perdí la fe de mi infancia fue el día más oscuro de mi vida[2] “.  El mundo que ha perdido a Jesús, y se marcha por un camino diferente no le queda otra realidad que la muerte... Pero si invita a Jesús a posar su corazón tendrá la autentica revelación…

 

 POSADA Y REVELACIÓN

 

 Dos de los discípulos de Jesús que caminaban desde Jerusalén a Emaus (13 Km), estaban muy preocupados y no podían comprender lo que Jesús les había enseñado. Sus mentes atravesaban por un momento de crisis.  Ellos podrían: desde creer que todo fue una fantasía; hasta el analizar los hechos poco a poco y convencerse o no de la verdad. Solo de tener un encuentro personal con Cristo aceptarían el hecho de la resurrección.   A nosotros también nos ocurre lo mismo: agobiados por las dificultades en la vida, donde hay veces que no hallamos reposo o tranquilidad, donde nuestros pensamientos andan en nuestra mente desordenadamente, nos alejamos de la fortaleza de la comunión con Dios y con Su pueblo (la iglesia local) donde otros creyentes permanecen unidos entre ellos y con Dios, entonces se fortalecen a pesar de los embates y las dudas. Es en el culto cada domingo, en los grupos pequeños cada semana, y en nuestra vida devocional donde nuestras dudas se disipan se van.

 

Pero en medio de una situación incierta… sucede lo inesperado; Un caminante se aproxima a ellos y les sigue de cerca y se involucra en la conversación, y le pregunta ¿de que cosa hablan ustedes? Ellos responden cegados por sus dudas, su miedo, su desilusión, con otra pregunta, … ¿Eres la única persona que no sabes lo que ha ocurrido en estos días ¿Acaso eres forastero? Las noticias sobre la crucifixión de Jesús eran conocidas hasta por los viajeros que iban de paso por Jerusalén.  Habían producido un impacto, social, religioso y político. Aunque los lideres religiosos y políticos buscaban estrategias para bajar los niveles de la noticia. La realidad era inevitable. Jerusalén estaba convulsionada. Pero lo importante de todo esto no era la impactante noticia, sino el concepto de Jesucristo que en ese momento tenía los discípulos, ellos se refirieron a Jesús así: “Jesús Nazareno, que fue varón profeta” (v. 19),  y luego dijeron así: “…nosotros esperábamos”, ellos…

·       Había perdido de vista la divinidad de Cristo,

·       Habían perdido al Jesús Mesías,

·       Habían perdido la esperanza, estaban desilusionados

·       Había perdido la fe.

 Estos dos discípulos, Habían escuchado el testimonio de las mujeres que fueron a la tumba y la encontraron vacía. Ellos sabían que Pedro y Juan (v.24) no habían visto el cuerpo de Jesús, sólo una tumba vacía. Jesús les había enseñado sobre lo que de Él decían las profecías, y aun así no se daban cuenta de que esas profecías se cumplían ante sus ojos.

 

 La resurrección del Señor sigue sorprendiendo a muchas personas en el mundo de hoy. Ya han transcurrido más de dos mil años y la evidencia de la resurrección del Señor y mucha gente se resiste a creer.

 

Y allí estaba Jesús, caminado con ellos y refrescando su memoria con las Escrituras, como hasta hace unos días El le enseñaba. Hoy, al igual que los discípulos de Emaús,  hay mucha gente ocupada en sus  quehaceres de la vida,  en sus propias ocupaciones, están en sus hogares, sus oficinas, sus salones de clase, sus negocio, en el mall, indiferentes al mensaje de Jesús a las verdades del Evangelio.

 

Cuando se le comparte el Evangelio a la gente hoy, dicen: «Es interesante y bonito, pero no quiero aceptar a Cristo todavía ni voy a fanatizarme en estas cosas. Comprendo que, si era el Hijo de Dios, y murió por mí, debería unirme a El; pero no voy a preocuparme ahora de esto o lo otro... Si hay algo de verdad en la fe, ya lo veremos allá arriba, ahora tengo trabajo.» ¿Es así como tratas a Cristo? ¡Cuántos que han estado sentados en las sillas o en los bancos de las iglesias han tratado a Cristo de ese modo! y le han dejado pasar sin invitarle a posar en sus vidas, lo han ignorado. Al respecto transcribo la siguiente ilustración:

 El doctor Adolfo Lorenz, de Viena, fue en la mitad del siglo pasado uno de los más famosos cirujanos del mundo. De todas partes venían a él llamamientos por carta y por teléfono pidiendo su intervención para salvar preciosas vidas. Incapaz de acudir personalmente a todas partes, el doctor Lorenz procuró instruir a otros médicos en el arte de la cirugía y finalmente fue a América para dar lecciones acerca de la extirpación del apéndice y la hernia. Un día, tratando de encontrar un poco de distracción en su pesada labor, salió para tomar el fresco al anochecer. En tanto, se acumularon negros nubarrones y empezó a llover. El doctor Lorenz llamó a la puerta de una casa de hermoso aspecto pidiendo cobijo, pero una mujer nerviosa abrió y dijo apresuradamente:

—Estamos atribulados en esta casa hoy. Busque cobijo en algún otro vecino —y cerró la puerta. El doctor Lorenz salió a la calle y la tempestad le caló hasta los huesos, antes de que la persona que salió del hotel en su busca con un carruaje lograra encontrarle.

Aquella misma noche la señora que le había rechazado abrió el periódico y vio en la primera página una fotografía del famoso doctor. Al reconocerle exclamó:

—¡Dios mío, ¡qué he hecho! He negado la entrada a mi casa a la única persona que podía salvar la vida de nuestra hija ¡Quizá si le cuento el caso, aún tendrá compasión de nosotros!

Corrió hacia el hotel y le dijeron que el famoso doctor estaba dando una conferencia a los médicos y no podía ser interrumpido. La señora esperó ansiosamente, pero en vano. Al terminar la conferencia el doctor salió por otra puerta para ir a tomar el tren que le conduciría a una ciudad muy distante.

Dice la Palabra: "no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos”[3] “¿Cómo escaparemos nosotros si tuviéramos en poco una salvación tan grande?[4]" [5]

 

 Con todo lo anterior, regresemos con los dos discípulos al camino de Emaús. Entonces estando Jesús caminando con ellos, Él no se contuvo y compartió lo que ellos habían olvidado:  —¡Qué torpes son ustedes —les dijo—, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el *Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria?  entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. “ —Quédate con nosotros porque se hace tarde —dijeron los de Emaús (Cleofas y el otro discípulo).

 

 ¿No mengua así el día de tu vida? ¿Sobre todo, si tienes más de 50 años? ¿No tienes miedo de llegar sin Cristo a la noche de la muerte? Pero aun cuando estuvieras tan solo en la mañana de la vida, puede tu existencia cubrirse de nubarrones, hacerse tarde.... ¡demasiado tarde!

 

 Para el Cristo glorificado de Emaús, no se hacía tarde; lo mismo le era la noche que el día, pero para ellos sí. Para ti también se hace de noche, podría hacerse tarde definitivamente....  Si los discípulos de Emaús hubiesen cerrado la puerta y dejado marchar a Cristo, no habrían estado en Jerusalén cuando se apareció de nuevo en el aposento alto aquella noche; quizá no le habrían visto de nuevo hasta el día que le verían en la otra vida, asombrados, y El les diría: ¿Por qué no me reconocisteis? ¡Insensatos y tardos de corazón! Ciegos e incrédulos para creer lo que los profetas han dicho; lo que la Palabra ya revelaba y vosotros os negasteis a aceptar. ¿Querrás que el Señor tenga que decirte esto un día?

—Quédate con nosotros —le dijeron.

—Quédate conmigo —debemos decirle—. Toma posesión de mi casa, de mi ser, de mi vida; tengo miedo de mí mismo, de mi propio corazón, si no me decido hoy. Si no te confieso, tengo miedo de que olvide pronto lo que ahora siento…; que el corazón se enfríe…; tengo miedo de que tú te alejes y te pierda para siempre.

 

 ¡Espero que así lo hagan muchos!  Si los discípulos  no hubiesen pedido al Señor que se quedase, no se habrían revelado como lo hizo, y se habrían quedado con la duda. Si no le hubiesen dado importancia, si hubiesen sido indiferentes, habrían perdido la bendición de verlo partir el pan en la cabecera de la Mesa de la casa, en el momento en que sus ojos fueron abiertos para reconocer que Él era el Salvador, que ahora sí había esperanza.

 

 ¿No quieres ponerle hoy en lasilla mas relevante de tu mesa? Si no lo has hecho, ve y dile: «Señor, yo te admití en mi vida, pero no te di el primer lugar; te he tratado fríamente. Desde hoy oraré y leeré más tu Palabra, escucharé lo que tengas que decirme, tendré más comunión contigo y así Tú te darás a conocer a mi alma.

 

Cuando todo ya había sucedido en esa casa en Emaús, a Cleofas y su condiscípulo, no les importó que fuera de noche, ellos salieron corriendo los 13 km. de regreso a Jerusalén, por el mismo camino, el cual se convirtió para ellos y para muchos más, y evidentemente para ti en…

 

 EL CAMINO DE LA FIDELIDAD

  

Tenían que dar la Buenas nuevas, debían dar la noticia, el Salvador no está muerto, ¡VIVE! para dar vida, para dar esperanza, para dar salvación de tus pecados.

 

Afuera hay un mundo perdido, sin salvación, un mundo que ignora que el Divino Caminante, está en las calle, está en la escuela, está en la universidad, está en la fábrica, va por las construcciones, por las yardas de la casa, va por los centros de comercio, en fin Cristo esta en la ciudad, en el campo, pero la gente lo ignora, diles que Cristo vive y al saberlo, invítalo a posar en tu vida, a quedarse para siempre contigo y Él lo hará.

 

Quiera Dios que muchos hallen a Cristo hoy mismo; le inviten, le den el primer lugar en sus vidas, y empiecen a testificar de El desde hoy.

 

Amiga lectora, amigo lector, emprende el camino de la fidelidad, rompe inmediatamente las cadenas que te apresan a las tradiciones, a las religiones, a las filosofías y entrega tu corazón a Jesús. Mira el ejemplo de esos discípulos, no esperaron al otro día, cuando habría luz del sol en el camino.  Estaba oscuro, era de noche, no había electricidad ni gas en ese tiempo, el camino que estaba oscuro, se iluminó con la Luz del Sol de Justicia, Jesucristo, la “Luz del Mundo”.  Fue la luz que vieron y les ayudó a ver.

 

ESTA ES MI ORACIÓN

 

Cuando la Escritura se abre, si tu corazón no se altera, no arde en tu interior, preocúpate de que el Señor te salga al encuentro, búscalo, pues te aseguro de que estás en verdadero peligro...

 

El siguiente himno "Divino compañero del Camino" es original de Antonio Rivera y lo interpreta en esta grabación Marcos Witt.  Queridos lectores y lectoras escuchen con atención y recordarán esta historia que han leído.




 


[1]   1Juan 1:1 “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida  (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);  lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.”

 

 [2] Ernest Renan: SOUVENIRS D'ENFANCE ET DE JEUNESSE. PARIS. CALMANN LÉVY, ÉDITEUR -ANCIENNE MAISON MICHEL LÉVY FHEBES 3, RUE AUBER, 3 (1883). Droits de reproduction et do traduction réserves

 

 [3] Hechos 4:12b.

 

 [4] Hebreos 2:3

 

 

 

 

 

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