Pedro en los siguientes dos días después de la crucifixión de Jesús vivió en estado de confusión. Sólo Juan presenció la crucifixión. Pedro prefirió sentirse a salvo en su casa o quién sabe donde. A salvo de todo, menos de su vergüenza y del temor. La primera noticia que Pedro recibe estando oculto, fue la de María que le dijo que el cuerpo de Jesús había sido robado. Corrió hacia la tumba. Juan, por ser más joven, llegó antes. Al mirar la tumba vacía Pedro deseaba ser como Juan, cuyos ojos reflejaban su fe. ¡Él creía que Jesús había resucitado! A pesar de que el anhelo de Pedro era ese, seguía avergonzado y temeroso. Por supuesto, ¡Jesús había resucitado de la muerte! En las dos primeras ocasiones en que El se apareció delante de todos, el corazón de Pedro estaba confundido. Por un lado, el Señor estaba vivo y era un tiempo de regocijo. Por el otro, él le había fallado y probablemente se preguntaba ¿me perdonará? Días después de sus primeras dos
“EMANUEL Dios con nosotros” Como lo pensó y plasmó Spurgeon: "aquí está Cristo tan claramente presentado como es posible; nunca se pudo haber escrito Su nombre tan legiblemente como lo veo aquí.” Y María llamó el nombre de su bebé Emanuel. Y Él comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno; Mantequilla y Miel, manjar de sabios (Isaías 7:14-15; Mateo 1:23). Este blogger se dedicará a la enseñanza de los líderes que Dios ha llamado a Su servicio.